A: Por cierto, ¿has ido a ver la expo de Cristal Murs?
B: No, ¿quién expone?
A: Xuxa.
B: ¿Xuxa? ¿La que cantaba?
A: No tía, ¿qué dices? No, es esta artista que fotografía cuerpos desnudos a los que añade prótesis para crear sujetos intersexuales. Coloca, por ejemplo, un pene de goma a una mujer, o pechos a un hombre.

Va más allá, trasgrede totalmente los límites del cuerpo.
B: ¿Y por qué simplemente no fotografía a personas que realmente son intersexuales?
A: Bueno, también tiene obras en las que coloca los órganos sexuales donde no toca: un pezón en el cuello, unos testículos en la axila. Va más allá, trasgrede totalmente los límites del cuerpo.
B: Ajam, entiendo… parece interesante. Pues, hablando de intersexualidad… hoy he visto en la tele una diseñadora trans que presentaba una colección de ropa interior para chicas transexuales.
A: Pero ¿para transexuales o intersexuales? No es lo mismo.
B: Cierto. Para transexuales, creo… Sí, eso es, para transexuales; el target son mujeres que están esperando la operación de cambio de sexo y que mientras tanto necesitan conjuntos de ropa interior con los que sentirse bien, atractivas, sexis… Son piezas muy femeninas, con la parte de arriba como un sujetador normal y la parte de abajo braguitas con más espacio para el pene. Y las modelos súper guapas (las de la pasarela, digo); no parecían hombres. Bueno, esto que estoy diciendo suena un poco… no sé… como si tuvieran más mérito las transexuales que consiguen disimular cualquier rastro de masculinidad en su cuerpo. Y eso no es así.

A: Claro. Pero bueno, esto también podrían utilizarlo intersexuales, ¿no?
B: Supongo… ¡qué pesadita estás con los términos!
Hay que atomizar el concepto de género para romper con el binario masculino-femenino.
A: Ojalá no hiciera falta tanta categoría, pero si no, ¿cómo se visibilizarían estas minorías? ¿De qué manera definirían su lucha las personas, como diría Butler, de género disconforme? Ya sabes… el debate sobre etiquetas sí, etiquetas no. Yo creo que hay que identificar las diferencias, atomizar el concepto de género para romper con el binario masculino-femenino.

B: Pero al final, por mucho que se identifiquen e intenten normalizar tales minorías sexuales siempre surgirán otras minorías oprimidas.
A: Claro… Por eso, dice Butler (contra aquellos que la critican por negar la materialidad del cuerpo en favor de un género socialmente construido), que no es que el cuerpo no exista, sino que por mucho que intentemos aprehenderlo y verificarlo con nuestras categorías, siempre estaremos atados a un discurso que no comprende por completo lo que el cuerpo es.
Siempre estaremos atados a un discurso que no comprende por completo lo que el cuerpo es.

B: El testigo de nuestros límites lingüísticos.
A: Exacto, yo lo entiendo como que el cuerpo es quizás aquello que permanece aún cuando el discurso se ha atomizado y concretado extremadamente. El cuerpo sería el remanente, lo imposible de asir. Butler no negaría el cuerpo, sino que lo afirmaría como lo exterior a la matriz del discurso. Y en este sentido, no cabría hablar de la dualidad sexo/género; ambos conceptos son y deben ser continuamente replanteados.
B: Es lesbiana, ¿no?
B: Sí, ¿por?
A: Nada, curiosidad.
No cabría hablar de la dualidad sexo/género; ambos conceptos son y deben ser continuamente replanteados.

B: ¡Me interesa mucho esa mujer! Sobre todo, cómo ha sabido aunar la teoría y el activismo político para tratar de que las minorías sean reconocidas y paliar la violencia ejercida contra estas. Es triste que haya personas que lo hayan pasado y sigan pasándolo tan mal por prejuicios culturales.
A: Ya, es cierto que sigue habiendo mucha gente que sufre acoso por su sexo, género, o como quieras llamarlo. Sobre todo niños, que son más vulnerables. Pero ¿no crees que todo este discurso ya se está pasando de rosca? Ya he visto dos vídeos en Facebook de niños-drag, ambos de unos diez años. “Drag kids” se hacen llamar. Con sus plumas, tacones y maquillaje de purpurina, con su relato de la diferencia bien aprendido… Parece que son todo un icono para la comunidad LGTBIQ. Uno de ellos, incluso, ha montado un club drag para niños, y tiene un montón de seguidores en Instagram.

B: Desde luego es chocante. Realmente lo más controvertido aquí es su prematura sexualización, ¿no? También la “espectacularización” de su vida a tan temprana edad. Pero ¿no será que sólo nos parece chocante porque nos saca de la norma? Quizá estos niños constituyan referentes para la liberación de otros.
A: ¿Y no será, más bien, un ejemplo de perversión hollywoodiense del discurso queer? No sé… ¿qué crees que diría tu amiga Judith?
Referencias