
Son las 8 de la tarde y por fin llega a casa. Ha pasado el día trabajando en un nuevo proyecto que está desarrollando con sus amigos: la propuesta para una exposición de la que no hay ninguna garantía de que se realice. Han estado trabajando a destajo en la biblioteca, tan solo han parado para un par de cafés y algunos sandwiches del Sainsbury’s.
No puede evitar seguir pensando en formas para llevar a cabo el proyecto, para conseguir que sea suficientemente guay para la escena del arte londinense. Abre Instagram; un amigo le ha mandado un meme: el Cristo de Velázquez seguido de tres tipos haciendo las letras ‘M’, ‘C’ y ‘A’ con sus cuerpos (el cuerpo de Cristo hacía las veces de ‘Y’). La respuesta, “Jajaja”, pero no se ríe. Comprueba el correo con la esperanza de que alguna de las múltiples solicitudes de trabajo enviadas haya obtenido respuesta. Estoy seguro de que intuís el resultado.
“De acuerdo, necesito un descanso”.
Un amigo le ha hablado de los vídeos de meditación que circulan por YouTube, de modo que abre su portátil y teclea “meditación videos relajación”. Pone el primer vídeo que sale y se tumba en la cama para verlo.
Una música tipo Zen empieza a sonar mientras una voz calmada recita: “respira profundamente y siente cómo tu corazón se abre”. Se trata de una aspiradora digital que absorbe sus pensamientos y sentimientos negativos (¡qué gran metáfora!). El tiempo pasa y él sigue inhalando y exhalando, pero la calma no llega. Se supone que el objetivo es fundirse con su entorno para que su cuerpo pueda librarse de los miedos y ansiedades. Pero ¿es el único al que esto no le funciona? Los comentarios del video son bastante positivos, para el resto de los usuarios estos videos son útiles para contrarrestar el estrés y la ansiedad.
Tiene que haber una razón para que estos videos no surtan efecto en él. En abril, había tomado algunas clases de yoga que le habían hecho sentir mejor, no solo con su cuerpo anquilosado sino también con cuestiones emocionales, pero ahora no tenía el dinero para pagarlas. En estas sesiones había un ritual que le apasionaba: según iban llegando los asistentes, Hortensia, la “instructora”, los iba distribuyendo sobre las esterillas en una posición llamada del muerto. Ser y estar. Cuando todos estaban, ella colocaba unos biombos frente a la puerta, ponía un CD con música tibetana, encendía una barrita de incienso y comenzaba la guía. La siguiente posición siempre se repetía; su nombre en sánscrito hacía alusión al estado de una montaña. Para conseguirlo era importante situar el cuerpo en el espacio que se ocupaba, pero solo con la mirada. Miraba arriba, abajo, por el rabillo del ojo, y finalmente fijaba la vista en un punto. Hortensia decía que los yoguis más experimentados podían pasar así días sin mover un solo músculo de su cuerpo.
En casa todo cambiaba. Su habitación apenas tenía 8 m2, y el salón había sido alquilado como dormitorio hacía un par de semanas. Un burro, una mesa plegable atornillada a la pared y una descalzadora de ropa apenas ocupaban la mayor parte de espacio del cuarto. La única superficie libre era su cama. Entonces se tumbaba en ella. Ser y estar. Otro vídeo caleidoscópico prometía vibrar en la frecuencia de la felicidad. Como una máquina de gimnasia pasiva, este tipo de contenido parecía adaptarse a sus condiciones materiales.
Nada.
De nuevo en Instagram, mientras espera a que hierva el agua para la pasta, hace scroll en su feed de búsquedas. Un vídeo detiene su ejercicio. Una cinta transportadora soportada por columnas acanaladas arrastra aguacates hasta el plano de la imagen. Todos tienen la misma forma y tamaño y están colocados en la misma posición. A mitad de plano, otra cinta los acelera haciendo que se pongan en pie. En ese punto, un par de cuchillas semi-anulares, pendientes de una estructura oculta, los cortan en dos. Al ser cortados las cuchillas atrapan el hueso y las dos mitades caen en dos cintas adyacentes. La totalidad del aguacate regresa al mismo lugar incierto del que venía mientras nuevos aguacates enteros entran en escena.
Este vídeo se repite una y otra vez. El principio y el final se empalman hasta que la pantalla se apaga.
Coloca su índice en el sensor biométrico y la pantalla vuelve a encenderse, pero la cadena de montaje ha perdido su poder hipnótico. Acaricia el cristal para ver el siguiente contenido relacionado en busca de vídeos similares, pero en los siguientes solo encuentra los omnipresentes videos de slime. Tras 3 o 4 videos, regresa al original y rebusca entre los hashtags.
#motiongraphics#people #3dart#graphicdesigner #avocado #satisfying#marble #photoshop #instaart #cgi#design #dailyart #blackfriday #amazing#marketing #mindblown #instagood#cinema4d #diseñografico #videographer#visualarts #vfx #funny #3d #running#instagood #artistsoninstagram#motiondesign #digitalart
Existen vídeos similares.
Cadenas de montaje, máquinas imposibles, texturas metálicas, etéreas, gelatinosas, presas hidráulicas generadas por ordenador, movimientos pendulares y huecos en los que cabe un movimiento. El agua hierve. Pasta con atún y parmesano.
Cuando come sus espagueti, deja el plato en el fregadero y vuelve a su cuarto. Su novio está esperándole desde otra parte del mundo. Enciende el portátil y ve su cara en la pantalla.
Texto: Jorge Van den Eynde y Alberto Martínez Muñoz.
Arte: Alberto Martínez Muñoz.